la copa de la alegría



En la mesa del mundo está servido el gran banquete de la vida, y en la mesa hay copas, la del dolor y de la alegría tienen su lugar fijo en ella. Algo nos queda claro, todo exceso embriaga, no podemos pasar la vida melancólicos por estar ebrios de dolor, por vaciar la copa del dolor y seguir sumidos en su sabor, hace falta combinar su sabor con la copa de la alegría por medio de la firmeza vital que tengamos; y todos… todos, tenemos fuerza para cambiar de copa.
De igual modo, no podemos pasar por la vida como Peter Pan, de juego en juego sin tomar nada en serio, no es vital desgastar nuestra fuerza en la apariencia de total felicidad basada en vivir de “entretenimientos”.
El salmista llegó a exclamar: “cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho, alzaré la copa de la salvación invocando su nombre”, la dinámica del mundo exige que para todo hay tiempo, que el nudo entre dolor y alegría es algo constante entre nosotros, y que vivirlos como actos concientes, es nuestra mejor prueba de humanidad.
No me pude explicar la alegría que significó para mí compartir y saltar y jugar cuando estuve en los encuentros de jóvenes de mi diócesis, era una alegría tan particular a expensas de una invitación muy sencilla, sabernos seguidores de Jesús y eso era todo, o la alegría de la llamada que me informó del nacimiento de Natalia, mi sobrina, luego de verla caminar; qué decir cuando nos reunimos los amigos y amigas y brindamos por algún motivo especial, esa es la expresión más leal de mi copa de la alegría, saberme conciente del momento que vivo llenando mi copa de la alegría hasta el borde y bebiendo sorbo a sorbo hasta el final.
Muchos estallan de alegría por ver al capitán del equipo que levanta la copa del mundo de fútbol, en general los grandes premios del mundo deportivo se concentran en una copa, y eso genera una grandiosa alegría. Cuando brindamos, en todos los idiomas pronunciamos frases sobre la buena salud, por la vida, por la alegría y el optimismo.
La copa de la alegría es un premio, no producto del entretenimiento absurdo, sino para quienes han llevado hasta el límite sus posibilidades de ser-más, es un premio para quienes bebiendo hasta el fondo la amargura de los sacrificios contenidos en la copa del dolor, toman con firmeza el suave trago de la alegría.

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