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Mostrando entradas de octubre, 2010

el amor corre libre

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Ya el caudal de tinta que ha corrido en los libros del mundo producto de lo escritores y poetas del amor es tan grande, que ya su corriente tiende a seguir su caudal hasta el universo, del amor muchos escriben, millones le cantan, todos le sentimos, pero todavia nos falta mucho. El Amor lo encontramos en nuestros trabajos, en nuestras relaciones, caminando por las calles, debajo de los mares, hasta en la luna y más allá, el Amor es mucho más que nuestras penas y fatigas, es un inquieto movimiento que se pasea por donde quiere y como quiere. El amor en el exterior tiene forma de cariño, tiene forma de recuerdo, de abrazos, de miradas desde lejos, aunque de igual modo en el exterior también lo encontramos en el sufriente y en el abandonado. Al amor en muchos lugares le quieren callar su voz, los científicos lo ven como algo que sienten los tontos, los políticos lo usan de frase en sus campañas, los obreros piensan que eso es cuestión de cuando se está en casa, y muchos simplemente lo ign

para qué tantas delimitaciones

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Nos inquieta tener todo bien descrito, nos parece que vivir fuera un proceso de acumulación de conocimientos, que todo debe venir dado en axiomas, que nada puede quedar fuera de nuestro alcance, y peor aún, que a todo lo hecho le buscamos una justificación o lo delimitamos con definiciones. Definir significa delimitar algo al mero entendimiento de un concepto, y dejar muchas cosas adicionales fuera del ámbito aprendido. Esto es todo lo contrario a bordear realidades crudas de nuestra vida, porque los problemas tienen cada uno su nombre, ahora bien, aquí nos aparece el latido de vivir sin escrúpulos manifestando lo que somos y queremos sin estarlo diciendo o explicando. Vivir sin delimitaciones es semejante a un lienzo, que se va llenando de colores y que al final nos presenta una grandiosa pintura, de esto se desprende lo contrario, ver la vida como un manual de instrucciones con detallados modos de moverse y actuar segun determinadas situaciones. Nuestro ser se expresa, con razón un v

el eclipse parcial

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Los eclipses parciales son la mejor representación de lo que son nuestras relaciones con los demás. Es difícil precisarlo, pero lo mejor que tenemos es donarnos sin oscurecer nuestro sol. Nuestras relaciones son eclipses parciales porque no nos funciona ser oscurecidos por una presencia que aunque nos haga compañía, nos tapa toda la proyección de nuestra luz. Se trata de donarnos no de regalarnos por un poco de querer, lo que es igual a afirmar que nadie quiere sentir como su vida es consumida por la presencia de alguien que con su personalidad no deja nada para uno mismo. Se trata de no dejar secar la fuente de vitalidad, de no abrir por completo en baúl de sorpresas, de no agotar todos los argumentos interesantes que tengamos. Es dar y también cuidar de lo que poseemos, algo así como administrarlo. El eclipse parcial tiene un espacio en común en donde se relacionan las dos esferas, en ese espacio es donde volcamos nuestra creatividad, nuestro amor, nuestra ciencia, nuestra vida; y qu

todo o nada

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Un avión no cruza el océano si no toma el máximo de potencia de sus motores, un crucero no llega a otro puerto continental si no ha puesto al máximo sus propelas, nadie llega a la meta si no se emplea a fondo en la tarea de conseguirla. Para conseguir la meta: hay que dar todo o conformarse con nada. San Agustín le escribió a una amiga llamada Proba lo siguiente: cuanto más fielmente creemos, más firmemente esperamos y más ardiente deseamos este don, más capaces somos de recibirlo, lo que resulta para nosotros un motivo de ánimo en el camino de ascenso en la oración, y a su vez, nos da tres herramientas que nos llegan como escalones que vemos en el horizonte para subir hasta nuestra meta particular. La totalidad de nuestro dar-todo se refleja en un movimiento de tres fases vistas desde estos escalones. El primer escalón se llama creer, es una actividad de nuestra voluntad que se afianza en lo visualizado o prometido. Creer es depositar nuestra existencia en la firmeza de una piedra de

conservar la identidad

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No hay que perder la calma en esto, se trata de valorar firmemente lo que uno es, y tal como nos presentarmos ante los demás. A veces entran y salen personas queriendo robar o quitar lo que somos, no hay que dejar que nos roben la identidad, lo que somos y mostramos, y la forma en que nos damos. Es dificil pensar que muchos nos quieren a sus maneras, y no nos aman tal como nos presentamos; prefieren sentirse bien en el egocentrismo de querernos cambiar a sus modelos de fusión de personalidades, en vez de enriquecerse con la nuestra y lo poco o mucho que pueda aportar. No me avergüenzo de ser lo que soy, no te avergüenzes de ser lo que eres, nadie nos puede quitar lo que somos. La fusión de personalidades crea dolor y discriminación, porque siempre hay una parte anulada, conservar la identidad renueva las relaciones día a día, y cada momento es una novedad. Mi identidad es mi ofrenda a Dios en el altar del mundo, ofrezco lo que soy, y nadie debe quitar esta ofrenda de las manos de Dios.

Del aislamiento a la soledad

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Esconderse, no hablar en público, callar cuando se quiere hablar, desvincularse del grupo trabajo o de clases, esconder la mirada, son algunos de los múltiples síntomas que padecen aquellos que se aíslan, que se desmiembran del entramado humano e intentar vivir al margen de todo, pero ahogados en millones de pensamientos que anhelan una libertad que no saben cómo encontrar. El corazón humano es centro de muchos encuentros, nos encontramos con los parientes, con los amigos, con equipos de trabajos, con el afecto de otras personas, aunque existe un encuentro que es muy disimulado, y al cual muchos le huyen, se trata del encuentro con uno mismo. El modo privilegiado para suscitar una relación con nuestro propio-yo es el silencio, no el silencio de un rincón detrás de una cortina de nuestra casa, no es un silencio producto de un escondite; es el silencio producto de una reflexión serena, de cerrar la puerta de la habitación y pensar en uno mismo como centro de necesidades, porque el enc

la copa de la alegría

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En la mesa del mundo está servido el gran banquete de la vida, y en la mesa hay copas, la del dolor y de la alegría tienen su lugar fijo en ella. Algo nos queda claro, todo exceso embriaga, no podemos pasar la vida melancólicos por estar ebrios de dolor, por vaciar la copa del dolor y seguir sumidos en su sabor, hace falta combinar su sabor con la copa de la alegría por medio de la firmeza vital que tengamos; y todos… todos, tenemos fuerza para cambiar de copa. De igual modo, no podemos pasar por la vida como Peter Pan, de juego en juego sin tomar nada en serio, no es vital desgastar nuestra fuerza en la apariencia de total felicidad basada en vivir de “entretenimientos”. El salmista llegó a exclamar: “cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho, alzaré la copa de la salvación invocando su nombre”, la dinámica del mundo exige que para todo hay tiempo, que el nudo entre dolor y alegría es algo constante entre nosotros, y que vivirlos como actos concientes, es nuestra mejor prueb