vive el misterio


Entre lo humano se mueve lo inmutable y lo mutable, lo permanente y lo temporal, Dios y nuestras aspiraciones, la verdad al lado de las verdades parciales.
El núcleo fundamental de nuestras vidas se encuentra en la cercanía que tengamos al misterio de lo inmutable, aquello de lo que hablo Santa Teresa de Ávila: Dios no se muda.
Vivir el misterio es adentrarse a la verdad más allá de la lógica, es someter lo presente a la amplitud del porvenir, el futuro es nuestra esperanza del paulatino descubrimiento de lo oculto.
El misterio es primero sentido en el presente como la posibilidad, y mientras más espectacular sea, más se acercará a la verdad, el misterio tiene escalas cósmicas, tiene dimensiones amplias, es amor sin duda alguna, y está en cada uno de nosotros sin distinción de nada, porque los anhelos no conocen fronteras ni edades, ni sexos, no tienen límites.
Vivir tiene una condición de presente, el misterio es nuestro futuro que se acerca paso a paso, algunos lo ven en esta vida: vi un cielo nuevo y una tierra nueva(Ap 21, 1) otros lo experimentan desde la conversión en seres amados de Dios, porque el misterio se condensa en la apertura de nuestro interior hacia lo permanente que es Dios-en-nosotros.
Vivir el misterio no limita a lo humano en lo presente, lo intensifica en su sentir lo transporta a la esfera de lo trascendental y primordial, lo sitúa en el amor y lo libera del pecado, es apertura y amplitud, el misterio está en nosotros.

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