la poesía y los poetas


A donde ningún teórico podrá llegar, donde se agotan los conceptos, y donde ya el agotamiento mental es visible, seguramente ya es un lugar habitado y cultivado por un poeta con sus palabras que nacen del alma.
En las cumbres más altas del pensamiento está la poesía como fiel huella del corazón humano, dibujando cada latido en sus letras y destacando cada suspiro sea de alegría o de tristeza, sea de vida o de muerte, siempre plasmando la crudeza del corazón humano en donde se mezclan todas las estaciones del año, donde cohabitan la gracia y el pecado, donde lucha el bien en contra del mal.
No es lo mismo decir que extrañamos a alguien que ya no vemos, a decir como nos lo relató Robert Desnos: “tanto soñé contigo, camine tanto, hablé tanto, tanto amé tu sombra que ya nada me queda de ti”.
Del amor es mucho lo que podemos decir, pero más que decir hay que sentir su fuerza, que más allá del romanticismo, es casi un estilo de vida para quienes logran vivir bajo su influjo, que lo diga Pablo Neruda: “Por eso te amo y no por eso, por tantas cosas y por tan pocas, y así debe ser el amor entrecerrado y general, particular y pavoroso, embanderado y enlutado, florido como las estrellas y sin medida como un beso”.
Nunca podemos olvidar los sentimientos de libertad, de angustia, de terror y de guerra; los poetas donan su corazón y el mundo pone las circunstancias.
El poeta, es un gran soñador, no un tonto sin oficio sino una persona que no ha perdido la capacidad de asombrarse ante lo cotidiano, teniendo clasificaciones según su estilo y su rima, flota por encima de todo y tanto poeta como poesía, se mezclan sin importar tanto las reglas, es un mundo que se plasma en un papel, y en los tiempos modernos en las pantallas, es avanzar en el espíritu y no dejar descansar en el hastío a los pensamientos.
De los artistas salen esculturas; de los músicos, melodías; de los filósofos, controversias, y de los poetas nacen palabras que aunque viajan con el viento, cuajan sentimientos de grandeza, pensamientos patrióticos, lazos de amor, miradas hacia la divinidad.
Francamente si la sabiduría caminara como un ser por las calles, sus ornamentos serían la poesía, y su mayor discípulo, el poeta.

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