la compasión


Una de las grandes preguntas de la espiritualidad es aquella que nos viene cuando necesitamos unirnos más a Dios en medio de la realidad temporal y no encontramos camino alguno, la pregunta sería: ¿cómo imitar a Dios en mi vida?
Cualquier persona puede describir su experiencia personal de cómo es vivir en Dios, pero en el mundo cristiano tenemos muchas herramientas, para vivir una acertada espiritualidad, destacando que el centro de la espiritualidad es imitar a Cristo, lo más notable y lo que más necesitamos durante estos desenfrenados tiempos, es vivir la compasión.
La característica más resaltante del sacerdocio de Cristo esta descrita en la carta a los hebreos, ciertamente el sacerdocio de Jesús es litúrgico, y mediante la liturgia aceleramos la venida de la plenitud de los tiempos. Sin embargo, la liturgia y en general, el ministerio de Jesús en nosotros sus amados hermanos, se puede sintetizar en una clave espiritual: vivir la compasión, "Durante su vida mortal, Cristo ofreció oraciones y súplicas, con fuertes voces y lágrimas, a aquel que podía librarlo de la muerte, y fue escuchado por su piedad. A pesar de que era el Hijo, aprendió a obedecer padeciendo, y llegado a su perfección, se convirtió en la causa de la salvación eterna para todos los que lo obedecen (Hb 5 7,9).
La compasión es tener sensibilidad ante los males que sufren otras personas, el mejor ejemplo es Jesús cuando sintió compasión porque sus seguidores parecían ovejas sin pastor (Mc 6, 34), tener compasión es imitar a Jesús y sanar las heridas de quienes se nos acerquen.
Vivir la compasión es ir al lugar del dolor humano, y sanar, lo podemos hacer en nosotros mismos, y en grupo cuando otras personas nos solicitan ayuda.
No se trata de enseñar la compasión, se trata de ser un testigo de la acción compasiva, ya el mundo se cansó de maestros, y requiere testigos, así lo dijo Pablo VI (Papa 1963-1978).
La compasión es vivir acompañando al otro/a que sufre. Es trasladarse al lugar del otro para estar a su lado, para sufrir con él/ella, para llorar con él/ella, para sentir cada corazón destrozado. Tal vez no tengamos nada que darle y las palabras se nos terminen, pero lo importante es estar a su lado y no permitir que nadie sufra solo.

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