el despertar ecológico



Cuidar de nuestro planeta es tarea de todos, nadie puede decir eso no me compete, ya que en esta nave espacial viajamos todos y todo lo que aquí suceda nos afecta a todos, ¿o es que la elevación de las temperaturas sólo afecta a una élite o a el mundo entero? Lo cierto es que tenemos mucho que aprender de este organismo vivo en donde nos desempeñamos a diario. La tierra es una señora que tiene alrededor de 5000 años de vida, en su seno todo ha crecido de manera armónica, no al azar: tenemos oxígeno, agua, tierras fértiles, gran cantidad de animales, peces, desde organismos microscópicos hasta mamíferos de toneladas de peso.
Pero hace varios milenios se suscitó un fenómeno novedoso que marcaría de ahora en adelante el ritmo vital de nuestra casa, surgió el ser humano. Los fósiles más antiguos de Homo sapiens tienen una antigüedad de casi 200.000 años (según un estudio de: McDougall, Brown, & Fleagle: Stratigraphic placement and age of modern humans from Kibish, Ethiopia, 2005) y proceden del sur de Etiopía, cerca del río Omo.
Nunca en 5000 años de geohistoria la tierra ha probado algunos elementos que el ser humano de 200.000 años de edad, en sus últimos 2 siglos (200 años) ha arrojado sobre su único hogar.
Aquí vamos a hablar del “plástico”, del cual se ha oído decir que en 50 años desaparece de la superficie de la tierra y deja todo tal cual esta antes…. Ese es una gran mentira que las grandes productoras de este material han prodigado por todos lados para impedir que quienes conozcan su cruel realidad no protesten al respecto.
¡El plástico, POLIMERO en líneas generales, no desaparece nunca!
En la India existen unas 5000 fábricas de bolsas, en Kenia el mercado produce para exportar un promedio de 4000 toneladas de bolsas al mes.
El plástico es un tipo de residuo y de sedimentación que la tierra en toda su geohistoria nunca ha conocido, que en sus formas más diminutas puede ser cubierto por el plancton oceánico o por las raíces de árboles, propagando un gran caos en la cadena alimenticia, ya que todo polímero es venenoso para cualquier especie viviente, no existe organismo alguno que los pueda asumir sin tomar riesgos mortales.
Hemos desatado una situación irreversible, hemos desatado un mal, que hasta ahora pocas personas lo toman en cuenta. Qué fácil es botar desperdicios plásticos por las calles, en los ríos, en las playas, sin conocer las nefastas consecuencias de tan simple acción. Las bolsas arrojadas en las playas son las primeras asesinas de las tortugas marinas quienes las confunden con medusas propias de su dieta; las pastas dentales Colgate, el exfoliante Neutrogena (entre muchos otros cosméticos), son los principales causantes de alteraciones en la cadena alimenticia de los océanos, ya que sus micro componentes poliméricos son ingeridos por organismos como el plancton, disminuyendo notablemente su población, destacando a su vez que el mamífero más grande que habita nuestra casa como es la ballena azul que llega a pesar 190 toneladas, come plancton, ése es una gran detalle a tomar en cuenta.
Aquí en las riberas del lago de Maracaibo hemos visto con pasmosa tranquilidad como las empresas petroleras han aniquilado a los manatíes, como han reducido la población de arenques y por lo tanto de los cardúmenes más simbólicos como el de la tan recordada y poco frecuente curvina. Ni hablar de las extintas poblaciones conejos silvestres, de los caimanes y de las iguanas. El ecosistema zuliano llora con dolor las alteraciones humanas de menos de 100 años hasta el presente que han liquidado gran parte su rica flora y fauna.
¿Qué posición tomar ante tal situación? Ciertamente vivimos en un mundo en que “necesariamente usamos polímeros, pero podemos empezar por ser nosotros los que disminuyamos su “necesario” uso.
Al planeta lo debemos ver en clave de madre, una que sufre por los azotes que sufren sus pequeños hijitos que sufren por “el desarrollo humano”.
El despertar viene desde Dios mismo que nos invita a ver la grandiosidad de su obra, toda ella esta muy ligada a sus designios de eternidad, y somos los seres humanos quienes con nuestras desmedidas conductas truncamos el “megaplan” de Dios.
Fijémonos en este texto de Tertuliano (tratado sobre la oración):
“ora toda la creación, oran los animales domésticos y los salvajes, y doblan sus rodillas y, cuando salen de sus establos y guaridas, levantan la vista hacia el cielo y con la boca, a su manera, hacen vibrar el aire. También las aves, cuando despiertan, alzan el vuelo hacia el cielo y extienden las alas en lugar de las manos, en forma de cruz y dicen algo semejante a una oración”.
Y tú y yo que siendo humanos, concientes y en libertad, ¿no nos vamos a unir al grandioso megaplan?
Cuidemos nuestro planeta, es nuestra única casa, en donde todos vivimos, y en donde todos queremos vivir bien.

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