sobre la muerte

En el libro de Fernando Savater: las preguntas de la vida, el filósofo español comenzó su recorrido sobre las preguntas más importantes de la vida, con la pregunta sobre la muerte, dándonos a entender que al vivir lo primero que nos preguntamos: y ¿por qué morimos? Si nuestra existencia la marca el Ser, el hecho que somo y que existimos, parece contradictoria que siendo la vida la marca de nuestras existencias, la muerte se abra paso en medio nuestro. Desde la filosofía de Heidegger hemos entendido a la muerte como la inevitable finitud que nos constituye. Esta finitud por su carácter óntico genera angustia pues aunque nos esforcemos por muchas cosas tenemos la conciencia de que, al final, nos reduciremos al no ser, a la nada de la muerte. La posibilidad de la muerte es angustiosa, pero a la vez permite que el hombre asuma responsablemente el sentido de su existencia. Algunos viven en la banalidad tratando de disipar la angustia de la muerte mediante los placeres y las distracciones. Estos individuos, según Heidegger, llevan una existencia carente de autenticidad, pero los que asumen la gravedad de la muerte comprenden que mientras viven deben dotar de sentido todo lo que hacen a diario. Esta vida con sentido, aunque difícil y en ocasiones dolorosa, es propiamente una existencia auténticamente humana. Venimos analizando el fenómeno de la muerte sin tabúes intelectuales, por muchos es entendida como el fin del ser potencial del hombre. La muerte es el fin de todo proyecto, o dicho de otra manera, todo proyecto se acaba con la muerte. Por consiguiente todo temor es temor a la muerte. La muerte es parte constitutiva de la vida del ser humano. Entonces, el fenómeno de la muerte no tiene mayor explicación hasta que empieza a ser entendido más como misterio que hecho racional. En tanto que racional, la muerte nos aborda, y cuando, por ejemplo, vemos la muerte de nuestros seres queridos, podemos ver que la nuestra se está posponiendo hasta que llega nuestro día. En tanto que misterio, la entendemos como parte del proceso vital, en palabras de Elisabeth Cûbler Ross: la muerte es el amanecer del alma... Pensamos que la muerte por su inetavilidad, le arroja un sentido superior al valor "presente" que vivimos y no al pasado mucho menos al futuro, dado que implica la conexión entre el vivir bien, la ética y la valoración con del ser en tanto que se desarrolla en el mundo y no en las atmósferas, la vida espiritual puede calmar la angustia sobre la muerte, pero la única solución ante la muerte es aceptarla como parte de nuestra vida y haciendo bien las cosas, o mejor dicho viviendo bien. quien ha sabido vivir... no le teme a la muerte. (Martín Valverde)

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